Angela

ANGELA

Esta vez te contaré mi gran secreto, pasó hace algunos años, ni yo lo podía creer, una aventura que no puedo quitar de mi cabeza y que mi cuerpo recuerda como grabada en la piel. Una historia se pasión, locura y mucha complicidad.

Es el sexo es su mayor esplendor… será nuestro secreto.

03

Capítulo

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Esta historia que te contaré sucedió cuando casi cruzaba el umbral de los 35 años y ha sido mi secreto más atesorado, me casé muy joven demasiado en verdad, desde lcasa de los padres al matrimonio y entre medio una juventud que pasó rauda casi sin darme cuenta y sin haber vivido un cúmulo de experiencias que definitivamente habrían cambiado el rumbo de mi vida. Ocurrió que por trabajo debí salir de viaje, sería una semana en la capital varias veces había viajado ya a la gran ciudad, pero esta era la primera ocasión en la que estaría tanto tiempo separada de los míos, sola y en una ciudad donde con suerte conocía a un par de amigos.

Eran los últimos años de los 80, confieso que a los 30 y algo se siente una necesidad de hacer un recuento de tu vida y yo sentía que si bien mi vida era buena le faltaba algo, mi alma inquieta y curiosa a veces se revelaba e irreverentemente soñaba con cruzar algunas fronteras o límites, pero las obligaciones y deberes no lo permitían. Llegué un  viernes por la noche, desde el aeropuerto directo al hotel uno pequeño y ubicado en el corazón de la ciudad, mi cuarto estaba en un 8vo piso,  por la hora no alcancé a cenar y decidí salir en busca de algo para comer; la noche estaba tibia y el ruido cosmopolita había bajado en intensidad, sería un largo fin de semana sola,  por lo tanto tenía tiempo para deleitarme con esta ciudad…nada, nada podía alertarme que este viaje sería mucho más que eso y por cierto…inolvidable. Caminé por una avenida buscando algún lugar donde comprar algo y volver al hotel, encontré una pequeña cafetería, era tan acogedor el lugar que decidí comer algo ahí y luego volver; como buena tabaquera preferí quedarme en una de las mesas que había en la calle y ahí, sí ahí comenzó mi viaje. Se acerca a atender mi mesa una chica algo menor que yo, cabellos rizados recogidos en un simple e improvisado moño en su cabeza, lucía un uniforme del local que permitía observar su cuerpo delgado, su blusa holgada era clara en mostrar sus pequeños pechos y su falda algo corta y ajustada daba razón de sus delineadas caderas. Se acercó muy gentilmente y con una sonrisa que iluminaba su cara y permitía brillar aún más sus almendrados ojos color avellana, me saludó…prontamente nos enfrascamos en una amena charla ya casi daban las 11:30 de la noche y comenzaba a refrescar un poco, decidí que ya era hora de volver, pedí la cuenta y me marché. Había avanzado un par de cuadras y sentí que alguien corría tras de mí, era la chica de la cafetería…

Angela ese era o es su nombre, me dijo que su turno había terminado y que debía tomar su bus en un paradero unas cuadras mas allá, caminamos juntas y seguimos hablando, no sé cuánto tiempo demoramos en llegar al paradero pero fue el suficiente para contarnos, como solemos hacerlo las  mujeres, casi la historia completa de nuestras vidas, nos separamos en la parada ella quedó esperando su bus y yo seguí al hotel.  Al día siguiente me levanté temprano sentí deseos de un café, podría haberlo bebido en el hotel y sin embargo preferí caminar a la cafetería y así aprovechar de saludar a Angela. Durante el fin de semana fui todas las tardes a la cafetería, quería ver a Angela, me complacía en escuchar sus historias y contarle las mías; ella era soltera y vivía sola, me dijo que no estudiaba y que lo que ganaba trabajando lo ahorraba sólo para cumplir su deseo de colocarse implantes en sus pechos, me reí al conocer el único objetivo que la movía. Ella me dijo que su escaso busto era algo que la acomplejaba mucho y que por eso había decidió remediarlo, le dije que no me parecía que fuera tan poco  busto, decididamente me tomó de la mano y me llevó a un lugar que al parecer era una pequeña bodega, abrió su blusa, bajó su brasier, tomó mi mano y la puso sobre uno de sus pechos, no puedo describir claramente lo que sentí al contacto con su piel y  su pequeño pecho,  los colores me subían al rostro y a la vez otra extraña, muy extraña sensación que no supe descifrar me invadía, al menos no en ese momento…se escuchó un grito llamándola, presurosamente se abrochó la blusa, me miró casi con ojos de niña que está haciendo una maldad, se sonrió y me dijo ¿nos vemos esta noche?, sí contesté, ¿en la parada?, sí claro dije, en la parada. Las horas pasaban lánguidas e interminables, invadida por una ansiedad extrema sólo quería llegara la noche para ir al encuentro de mi amiga Angela. En un minuto me detuve a reflexionar el porqué de tanta ansiedad y por un segundo una descabellada idea cruzó por mi cabeza. 11:30 en punto yo estaba en la parada de bus, Angela apareció casi al borde de las 12, me dijo que había sido un mal día, decidimos caminar un poco más, me dijo que lo hiciéramos camino  al hotel para evitarme regresar sola, así lo hicimos caminamos y conversamos, me contó del mal rato que un cliente le hizo pasar, de la rabia que sentía que un tipejo se propasara con ella y que nadie hiciera nada, cuando la escuché no pude evitar sentir rabia, casi furia pero ¿por qué me sentía así?, no era Angela una amiga de muchos años como para sentir rabia en esa magnitud.

Sin darnos cuenta estábamos ya en la puerta del hotel, Angela me dijo, por favor necesito entrar al baño, ¿puedo?, claro dije, subimos a mi habitación y ella entró al baño, mientras yo encendía un cigarrillo en la ventana, cuando salió se acercó y me dijo que lindo lugar, un día yo también viajaré y me hospedaré en hoteles, la mir´wy sonreí, luego me quitó el cigarrillo de los dedos le dio una chupada y lo arrojó por la ventana, me dijo tengo algo mejor que eso, sacó de su bolso un cigarrillo de marihuana, yo no sabía que decir, me dio risa, pudor en fin desde mi lejana juventud que no había probado la marihuana, Angela lo encendió le dio una pitada y me lo pasó, hice los  mismo y así ambas hasta que nada quedó, la hierba comenzó a hacer sus efectos, mirábamos la noche y parecía distinta, las estrellas se acercaban y se alejaban de nosotras, corrimos la cama y la colocamos junto a la ventana, nos tumbamos en ella y sin hablar contemplamos el océano infinito plagado de estrellas, de pronto Angela se incorporó y se quitó la blusa, me dijo mírame ves que son pequeños, yo mire sus pechos pequeños, altivos y con la rigidez de la juventud, a mí no me parecen tan pequeños, entonces ella agarró con sus dos manos mis pechos y me dijo mira compara con los tuyos, sentir sus manos en mis pechos me hicieron humedecer, al contarlo y después de tantos años  vuelvo a sentir eso mismo, ella notó mi reacción vio mi cara y comenzó a acariciar mis pechos sobre la ropa, esas caricias me hacían contraer en mi interior, con su dedo pulgar rozaba mis pezones que se erectaron y traspasaron la tela de mi blusa, ella al notarlo me quito la blusa, desabrochó mi brasier me tendido en la cama y comenzó a lamer cada uno de mis pezones, no puedo describir lo que sentía, no tengo las palabras perfectas para esta experiencia pero ella lo hacía tan perfecto, ella sabía cómo y donde lamer, la intensidad precisa, el mordisco exacto al que yo reaccionaba con pequeños gemidos, de pronto llevo su mano bajo mi falda y toco mi intimidad, al notarme húmeda y aun lamiendo mis pezones me miró y se sonrió, bajó lentamente sin dejar de mirarme hasta llegar entre mis piernas, delicadamente corrió mi ropa interior y comenzó a lamerme de arriba hacia abajo, mi vagina estaba inundada de fluidos, que no sé muy bien si eran míos o de su propia boca, el caso es que un momento dentro del asombro, la excitación y el efecto de la hierba, dejé de mirar sus ojos, me entregué a las caricias de su lengua en mi húmeda vagina, apretaba mis manos y tensaba mi cuerpo con cada lamida que ella me daba, con sus manos ella tocaba mis pechos mientras se hundía más y más en la profundidad de mis cavidades, yo sentía que flotaba, sentía que ese momento no debía detenerse jamás, que lo que sentía no podía ser menos que divino, de pronto su lengua se introduce en mí y fue en ese momento que me derrame completa, exquisitamente completa, un orgasmo como pocos de los que he experimentado recorrió mi cuerpo completo, me retorcí en la cama, mordí la almohada para no gritar, apreté fuerte mis ojos y  mordí mis labios, tanto que una pequeña herida quedó en el inferior quizás como prueba de lo que allí había ocurrido, Angela se acercó besó mi boca, se acurrucó a mi lado y me dijo buenas noches. No sé en qué momento me dormí, pero al despertar ella ya no estaba, me levanté para ir a trabajar todo el día una sola idea rondaba en mi cabeza, quería volver a ver a Angela, no sabía para qué, pero sentía la necesidad de verla. Me fui directamente a la cafetería, me senté en la mesa de siempre…Angela no apareció, repetí esto por el resto de los días que me quedaban en la ciudad, no pude verla. El último día antes de volver fui otra vez a la cafetería, después de un par de cafés y unos cigarrillos me paré para irme, fue entonces cuando el dueño se acercó y me dijo Angela me pidió que la despidiera, viajó a Argentina, esta niña loca por fin ahorró lo suficiente y se colocará sus implantes, sentí alegría por ella y una tristeza por mí…tomé mi vuelo, retorné a casa a mi vida, mi familia, mi esposo y mis hijos y seguí siendo entre comillas feliz, pero confieso que ya a pesar de haber pasado mucho más de 20 años, a veces por las noches enciendo un cigarrillo y miro al infinito y recuerdo a Angela… este es mi secreto y ahora también el tuyo…

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