La Función
por carlos mallsteen · Publicada · Actualizado
LA FUNCIÓN
El morbo, el deseo y la locura nos dominará esta noche, haremos una función exclusiva para nuestra vecina, todo para complacer y ser complacida. Escucha esta deliciosa historia y si te gusta, dale a seguir y compártela con tus amigos y amigas. Relato: Mabel Edición : Mr Oscuro
10
Capítulo

Escucha el relato aquí👇.
Generalmente hablar de engaño e infidelidad suele ser un tema algo complejo, se escuchan relatos e historias sórdidas y cargadas de emociones, de decepción…de dolor. El engaño no necesariamente debe ser físico, existen otras formas de infidelidad una de ellas es descubrir que tu hombre desea a otra que no eres tú, bueno eso en la mayoría de los casos que no fue el mío, por cierto. Después de años viviendo en casa de los padres de mi pareja por fin logramos la ansiada independencia, no es que fuera un tormento vivir con los suegros, pero sí existían ciertos límites en muchas actividades y una de las más importantes era la de nuestros encuentros sexuales; tener que evitar hacer mucho ruido, no poder darte una ducha después de tener sexo sin que eso levantará la alerta a todos los habitantes de la casa, era a lo menos algo incómodo y claro cómo no serlo a quién le gusta que todos en casa se enteren cuando estás tirando con tu pareja, por eso cuando alquilamos el departamento y aun cuando no contábamos con muchos muebles, casi ninguno en verdad, decidimos mudarnos apenas firmamos contrato.
Mi pareja y yo somos muy ardientes en la cama y no tenemos tabúes o prejuicios en este aspecto, mientras ambos estemos dispuestos todo está permitido en esas 4 paredes. Fue así que desde el primer momento que llegamos y antes de cualquier cosa, bastó cerrar la puerta para que Alonso me tomara y colocara en cada rincón del departamento para tenerme, tiramos con desenfreno desde la misma entrada pasando por las habitaciones, cuarto de baño, cocina y cuanto lugar pudimos recorrer. Nuestro nuevo hogar estaba en un condominio en un excelente sector de la ciudad, nuestra condición económica había mejorado y pudimos acceder a esto. La mayoría de la gente que allí vivía eran profesionales y por lo que pudimos apreciar en el tiempo, generalmente en las parejas trabajaban los dos. Ocurrió que coincidentemente Graciela, la recepcionista de la empresa donde trabajo, vivía también ahí, era una joven mujer más atractiva que bella de cabellos rizados y oscuros, ojos color miel de anchas caderas y poco busto, tenía una simpatía que sumada a su grácil caminar definitivamente la hacía muy atractiva. Su departamento estaba en una torre frente a la nuestra y nuestros pisos se enfrentaban, permitiendo vernos de manera muy clara; por las noches Graciela solía salir a su balcón y hacer ejercicio y en más de una ocasión sorprendí a Alonso observándola; al principio pensé que era casual sin embargo y pasados los días pude confirmar que Alonso salía a fumar su cigarrillo a las exactas 7 y 30 de la tarde, hora en que Graciela ejercitaba cada día.
Reconozco haber sentido cierto grado de celos al darme cuenta, pero luego esa sensación quedó atrás y me invadió el voyerismo al ver que cuando Alonso miraba a Graciela su bóxer se tensaba ante la erección que le producía observarla. Fue así como durante algunos meses yo también esperaba secretamente las 7 y 30 de la tarde y mientras él miraba extasiado a nuestra vecina yo lo observaba y me encendía al notar sus erecciones y en más de una ocasión al comprobar la humedad que quedaba en su ropa. Luego de este ritual de cada tarde, solíamos tener sexo, el que se potenciaba con la excitación que ambos experimentábamos por separado y que al tocarnos y al hacer contacto nuestros cuerpos estallaban sin parangón; mantuvimos esta dinámica por meses y puedo decir que fueron los meses del mejor sexo que pudimos tener con Alonso. Quizás estas citas triples y secretas hicieron que se generara mayor cercanía entre Graciela y yo en la oficina. Comenzamos a frecuentarnos, ´por lo general era ella la que me visitaba, pero un día y con una morbosa intención, la llamé y le dije si podía ir a su departamento a tomar un café y charlar; una vez estuve ahí y bajo la excusa de una supuesta curiosidad por ver la decoración de sus espacios, le pedí a Graciela me mostrará su habitación, pude confirmar lo que esperaba, el balcón de su dormitorio estaba perfectamente frente al mío y de Alonso, entonces y con una excitante idea en mi cabeza, regresé esa tarde al departamento. Pasaron unos días desde que se instaló en mí ese pensamiento y una noche después de esta triple cita secreta y cuando nos disponíamos a ir a la cama decidí abrir las cortinas de nuestra habitación y dejar la luz de la mesa de noche encendida, la que, si bien no iluminaba toda la habitación, permitía con facilidad distinguir formas y principalmente siluetas, pues lo había comprobado en mi visita de reconocimiento en casa de Graciela. Mientras Alonso tomaba una ducha yo me preparé para ese momento que tanto ansiaba llevar a cabo, me quité el brasier y tomé una de las remeras de Alonso, mi cuerpo es delgado pero de buen volumen en cuanto a tetas, me coloqué una tanga comprada para la ocasión, cuyo diseño consideraba una abertura en su parte posterior, deseaba que esa noche fuera completa y totalmente desenfrenada, pues como ya podrán haber entendido esa noche era yo la que daría la función. Me apoyé en la baranda del balcón de la habitación de manera muy insinuante y deliberada, parando el culo y entreabriendo las piernas, mientras prendía un cigarrillo y esperaba a Alonso terminara su ducha. Graciela aún no estaba en su habitación, podía ver que ella terminaba en la cocina y que era cosa de minutos que por fin llegara a su alcoba; esa espera me producía ansiedad y a la vez hacía que mi lívido subiera, ver que ella llegara a su dormitorio era el punto de inicio de es mi loca noche.
Alonso salió del baño como siempre con la toalla tomada a las caderas, me voltee para ver que reacción tenia al encontrarme en tan incitante posición y obviamente todo resultaba como esperaba. Siendo Alonso y yo muy ardientes y apasionados, le bastó sólo verme de culo parado, con esta tanga de tan sugerente diseño, para que la toalla se levantara producto de la dura erección de su pene, su cara mostraba una satisfacción total y sin acercarse me dijo con evidente excitación… estás lista perra para que te tome, lo miré y me sonreí, voltee mi cara en dirección del departamento de Graciela, ella estaba ahí, justo frente a nosotros…entonces y con una sucia sonrisa en mi cara le contesté, anda ven y dame lo que quiero; Alonso se acercó a mí me volteó y comenzó besarme, él sabe que si quiere calentarme la mejor manera es besarme con furia, dando una batalla por dominar mi lengua con la suya. Mientras me besaba yo me dejaba llevar sin dejar de tener en cuenta que sabía que Graciela estaba ahí. Alonso levantó la remera que llevaba y se embelesó besando y mordiendo mis tetas, me sentía ardiendo con ganas, mi vulva se contraía y exigía se penetrada, pero aún no era el tiempo, necesitaba más, quería más…quería que Graciela nos viera cogiendo. Me separé de Alonso un poco, con una mirada de zorra fui bajando hasta su erecto pene, quité la toalla que lo cubría y lo llevé a mi boca, Alonso apoyó sus manos en la baranda del balcón, mientras yo succionaba y chupaba su pene; lo hacía con tantas ganas, con tanto deseo… la verga de Alonso siempre me ha parecido exquisita y disfruto cada vez que le doy de lamidas. Podía sentir como el cuerpo de Alonso se contraía y unos breves gemidos se escapaban de vez en cuando, apretaba la baranda del balcón con sus manos, tensaba los dedos de sus pies y justo en el momento que comenzaba a aparecer su fluido…me detuve; no quería que acabara, no al menos en ese momento. Alonso respiro profundo, yo pasé mi brazo por mi boca para secarla un poco, besé a Alonso y él me tomó de las caderas apoyándome a mí en la baranda del balcón ahora, yo coloqué cada brazo en los extremos de los muros y así Alonso se arrodilló frente a mí, corrió mi tanga y lamió mi vagina de arriba abajo, el roce de su barba semi crecida provocaba golpes eléctricos en mí. Con la remera levantada y mis tetas al aire, mi culo en la baranda y mi pelo suelto a merced del viento, recibí cada chupada, cada lamida apretando mis dientes contra mis labios para no acabar.
Por el reflejo del ventanal pude comprobar que sí teníamos espectadores…Graciela estaba parada en su ventana con la mirada fija hacia nosotros, eso me excito aún más, pensé ahí tienes querida vecina, esto sí que es función. Graciela estaba inmóvil, no sé si por asombro o porque lo estaba disfrutando. Detuve a Alonso antes de acabarme, él se sorprendió, me preguntó qué me ocurría, sabía que me encantaba correrme así; tomé con mi mano su cara y la giré hacia donde nos observaba Graciela y le dije… mira¡ Alonso al ver a Graciela me miró, sonrió y me dijo…eres una puta exquisita al mismo tiempo que me volteó quedando ambos enfrentados a Graciela, él colocó una de sus manos en mi hombro y la otra en mi cadera y comenzó a penetrarme por el culo, una y otra vez, cada una con más fuerza, disfrutando no solamente la embestida o el casi atravesarme con su verga, sino también la notable audiencia que esa noche teníamos… Graciela. Podía sentir el placer que le provocaba a Alonso que ella nos observara y me lo transmitía metiéndose cada vez más profundo dentro de mí; yo jadeaba como hembra en celo y un hilo de baba colgaba de mi boca, mi excitación era extrema gozaba siendo penetrada y gozaba siendo observada también. En un instante una eléctrica sensación recorrió todo mi cuerpo, mis pezones se tensaron mientras sentía toda la descarga de Alonso, acompañada de un gemido brutal y cavernario de macho acabando dentro de su hembra. Así nos corrimos al unísono, fue la acabada más sucia, morbosa y exquisita que habíamos tenido; su semen corría entre mis piernas y mi respiración estaba muy agitada, Alonso me cargó en sus brazos, entramos a la habitación, al pasar bajé nuestra cortina con el claro mensaje de…por esta noche la función terminó. Me colocó en la cama me miró y con total satisfacción me dijo una vez más… eres una puta exquisita y eres mía; lo miré, me sonreí satisfecha y complacida, cerré mis ojos para descansar, pensando que si estas citas triples y secretas, donde Alonso deseaba a otra mujer me daban el sexo que había tenido esa noche…bienvenida sea esta seuda infidelidad, porque definitivamente una puta no exige, una puta complace.