Sumisa

Sumisa

Buscaba un compañero de juegos, alguien que deseara traspasar los límites, lo que encontré no estaba en mi plan, soy la perra de mi dueño, dispuesta a su deseo y voluntad, me tomó y me convirtió en su SUMISA…

23

Capítulo

Era una noche de copas entre amigos, entre tragos risas y pitadas de cigarrillos hablamos de cada experiencia vivida durante este obligado encierro. Andrés bebía su copa y me dirigía soslayadas miradas que yo percibí y contesté con una sonrisa o una mirada algo coqueta. Hablamos de nuestros gustos sexuales y todos opinaban y contaban acerca de sus apetencias. Observaba y escuchaba e íntimamente pensaba cómo reaccionarían si supieran que yo, la más estructurada del grupo llevaba en su interior una hembra hambrienta y deseosa de ser tomada, poseída y sometida por un macho dominante.

Así estaba cuando Andrés dijo y tu Trini no opinas, queremos saber qué es lo que te gusta al momento del sexo, mmmm bueno mis deseos ocultos y más perversos creo son difíciles de entender por este selecto grupo y considero ustedes, no están preparados para esta conversación, la carcajada fue general.

Una vez más utilizaba el arte del humor para zafar de una pregunta, cuya respuesta honesta sabía impactaría fuertemente a mis acompañantes de aquella noche. Acto seguido Andrés se levantó y fue por hielo a la cocina mientras el resto del grupo comenzó a bailar.

Vaya nos quedamos rezagados dijo y llenó mi copa, bien ahora que estamos solos tal vez te atrevas a contarme eso que, según tú, nos estamos preparados para escuchar; estás seguro de lo que pides, tal vez si te lo digo, te sorprendas y termines escapando de mí contesté, en tono intimidante, intentando una vez más evadir dar una respuesta; sí estoy seguro y, es más, quizás la sorprendida ´podrías ser tú. Su respuesta fue desafiante y si hay algo que no puedo evitar es tomar un desafío cuando siento que me están retando a ello. Lo miré directo a los ojos y vi en su mirada la intensidad y el deseo de escuchar mi respuesta.

Y qué ocurre, tienes temor de contarme insistió, no le dije y respondí, mi vida sexual es normal, como la de cualquiera y me gustaría fuera diferente, algo más osada, más atrevida, eso…mmmm puedes desarrollar más tu idea de osada y atrevida, la verdad me intriga, pues bien me gustaría ahondar más en algunas prácticas no tan convencionales, satisfecho dije, no del todo contestó, cuando hablas de prácticas no convencionales a qué te refieres; quiero decir que me gustaría experimentar cosas pero la verdad no es algo fácil de hacer, por qué preguntó.

Su interés en mis respuestas y su manera de mirar mi boca al hablar me provocaban una inquietud excitante y algo morbosa. Sentía que él podía leer mi mente y sabía a lo que yo me refería pero quería que yo lo dijera y más bien lo admitiera; porque para eso es necesario tener un compañero en el juego que desee y esté dispuesto a lo mismo, entiendes, sí lo entiendo y si lo encontraras que te gustaría hacer; Andrés dominaba la situación y me tenía contra la pared pues ya estaba en el juego sin siquiera darme cuenta en qué momento entré en él.

Nuestra conversación se vio interrumpida cuando los que bailaban volvieron a beber, me escabullí al baño y cerré la puerta, tenía las pulsaciones a mil, mi respiración acelerada era claro indicio de la exaltación y excitación que esa conversación provocó en mí. Una idea loca pasó por mi cabeza e imaginé a Andrés entrando en el cuarto de baño dispuesto a tomarme, me miré en el espejo y me reí, refresqué mi cara y salí.

Al volver al grupo algunos ya se había marchado, la hora se vino encima y era momento de partir, me despedí de los que quedaban y cuando me acerqué a Andrés me dijo, te hice una pregunta y deseo mi respuesta, reí algo nerviosa y dije, bueno tendrás que ir por ella si en verdad quieres saber y salí.

Cerré la puerta y tiré mis zapatos, fue todo lo que alcancé a hacer cuando sentí el timbre, abrí y me encontré a Andrés parado frente a mí, vengo por mi respuesta dijo y entró…el juego había iniciado. Sin darme opción de hablar me estrelló mirando hacia la pared y alzó mis brazos con una de sus manos, mientras que con la otra me recorría de arriba abajo, jalaba de mi pelo y daba chupadas en mi cuello dejándolo lleno de su saliva.

Pasó su mano a mi alrededor y tomó mis tetas, apretándolas duro y desgarrando mi vestido hasta dejarlas libres y a su disposición. Con sus dedos pellizcaba mis pezones hasta el punto de hacerme sentir dolor, dolor que me provocaba un lujuriante placer.

Te parece suficiente osado esto perra o quieres más me preguntó, sin dudarlo contesté quiero más, quítate la ropa me ordenó y yo obedecí. Me quité todo y desnuda como estaba me llevó a la habitación, se paró frente a mí y dijo de rodillas y chupa; escucharlo me encendía, me calentaba y me excitaba de una manera que no conocía pero que había buscado sentir.

Sácalo dijo y mama, bajé su ropa y su pene erecto se liberó como una flecha apuntando a mi cara, quise tomarlo con mis manos para llevarlo a mi boca y dijo no; una vez más tomó mis brazos y los levantó impidiendo pudiera controlar mis chupadas que más que eso era una cogida que él se permitía dar a mi boca.

Trágatela me decía mientras me sostenía de los brazos y me embestía iracundo, abre tu boca para mi me dijo; sentí su verga calarme profundo y casi ahogarme, sin embargo, lo disfrutaba, tanto que mi sexo se encendía y podía sentir la inevitable inflamación de mi vulva que húmeda y ardiente esperaba ansiosa ser penetrada.

Quitó su pene de mi boca y lanzándome sobre la cama se montó en mi enfundando su falo en mi interior y abriendo mis piernas a su voluntad para golpear su cuerpo contra el mío con cada penetrada. Lo sentía bestial y descarado, mirándome con una sonrisa lasciva, complaciéndose al tomarme en forma delirante, gozando con cada gemido que yo daba, con cada quejido que salía de mi garganta que aun mantenía el sabor su verga.

Mi cuerpo se contrajo por completo y sentí la electrizante energía que te recorre cuando el orgasmo se comienza a manifestar. Mi cara reflejó que estaba a punto de llegar a mi clímax,  a la máxima  expresión de placer que un cuerpo da en el sexo y Andrés al notarlo me dijo, aún no puta no dejaré que te acabes y quitó su pene, quiero que me la corras con tus tetas dijo y lo colocó entre mis pechos mientras que con sus manos los apretaba uno contra otro, su verga envuelta entre mis tetas se frotaba frenética, podía verla enrojecida y brillante, escúpela me dijo y lo hice, mis babas se confundieron con sus jugos lubricando su corrida en ellas.

Lo escuchaba jadear y gemir de placer y su satisfacción y deleite me generaban una morbosa complacencia. En  su casi demencial fascinación me tomó y se colocó tras de mí, quieres más puta me dijo, si contesté llevada por un frenético deseo de sentirme al límite, debes darme todo lo que yo quiera dijo, sí contesté, quién es tu dueño dijo, tu contesté, a quién le perteneces, a ti dije delirante, sabes que desde hoy te tomaré cuando quiera y me voy a satisfacer en ti a mi voluntad, sí dije, desde hoy toda tu me perteneces, tu cuerpo y tu voluntad sin míos, lo entiendes, contesté afirmando a cada palabra que dijo sin poder colocar oposición o condición.

Desde hoy serás mi puta, mía y de nadie más, seré tu dueño, tu amo y único señor, lo tienes claro. Cada frase que decía se acompañaba de una embestida profunda que sentía me partiría en cualquier momento y que me provocaban doloroso y profundo placer, sí, sí qué me dijo y fue ahí que lo comprendí. Andrés pudo leer mi pensamiento y mi deseo de ser dominada, ahora yo estaba en su poder pues había encontrado a mi compañero de juego, si AMO contesté y al decir esa frase ambos entramos en una tempestuosa cogida, los gemidos invadían el ambiente, su excitación y la mía encendidas en su más alto nivel; me tomaba de los hombros y me penetraba empujándome hacia él para hacerlo más profundo, sentía deseos de gritar y bufaba como animal cada vez que arremetía contra mí y así en esa salvaje cópula, se descargo dentro de mi cuerpo y sentí rebalsarme de su semen caliente que llenó cada centímetro de mi interior y que corrió entre mis piernas llevándome al orgasmo más caóticamente delicioso que jamás experimenté.

Mientras descargaba todo el zumo de su eyaculación y entre exquisitos quejidos de placer me repetía que era su puta y que él era mi dueño, que ser tomada por él era su derecho y que el amo se debía a mi como yo a su placer. Sentí que me invadía la beatitud hacia mi amo, hacia mi dueño que me tomaba y me permitía complacerlo, sentí el estallido del orgasmo como una bomba que me destrozaba, que rompía con todo en mi interior, no sólo con mi cuerpo sino que también, con cualquier concepto de posesión, porque esto era más que eso, más que una simple dominación; esto era mi estreno como su SUMISA,  de la que el amo había tomado esa noche, todo derecho y posesión.

 

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