Un Alma Libre
por carlos mallsteen · Publicada · Actualizado
UN ALMA LIBRE
Una mujer de familia tradicional chilena, trabajadora, madre, esposa se cruza con un hombre que revolucionará su día y sus noches para siempre, una historia de seducción, pasión y desenfreno sin respeto a la cordura, desearías ser ella o él?
04
Capítulo

Siempre dicen que las mujeres somos capaces de hacer una, dos y hasta 3 cosas de una vez y es cierto. A veces estamos tan ensimismadas en nuestros pensamientos que nos abstraemos de la realidad y nos pasan las cosas más curiosas; eso fue lo que me paso a mí, conducía pensando en el correo que no había alcanzado a contestar, la compra que debía hacer en el super y la reunión de apoderados que tenía al día siguiente, algo distraída iba por una avenida, de pronto siento paf¡, un tremendo golpe en mi auto, con rabia y ganas de agarrar del cuello al cretino que me había chocado, me bajé de mi auto y me dirigí a paso firme a enfrentarlo, era un camión y por la altura no podía distinguir bien al conductor, tuve que esperar que estacionara para que bajara y escuchara mi reclamo. Se estacionó, cuando se baja me llevé tremenda impresión, este hombre no era para nada el prototipo del camionero que se tiene o que al menos yo tenía, casi dos metros de humanidad se pararon frente a mí, con ese disimulo que tenemos las féminas para hacer el scanner completo en segundos, pude ver que a pesar de su ropa algo descuidada, lo que había bajo ella era bastante interesante, brazos fuertes y de hombros anchos, piel clara y algo sonrojado en sus mejillas, su camisa a medio abotonar mostraba que era macho de pelo en pecho, sus labios delgados y rojizos no paraban de dibujar una sonrisa algo coqueta, ojos color miel, que hacían del conjunto un espécimen muy apetecible.
No podía ceder ante los atributos de éste, mi contrincante circunstancial y después de recorrerlo entero con mis ojos, lo mire de frente y le reclamé el choque, el espejo y bla bla bla, con una tranquilidad que a mí me sacaba de quicio se acercó a mi auto, miró los daños, recogió el espejo que había quedado unos metros más atrás, sacó su teléfono y tomó unas cuentas fotos, se acercó a mí, que seguía hablando y reclamando, esperó a que me callara y me dijo que no me preocupara, que el respondería por los daños, esta frasecita no era en ningún caso motivo de tranquilidad o seguridad alguna de que esto ocurriera, así es que le pedí sus datos, saqué mi teléfono y tomé fotos de su licencia e identificación, en el momento no me detuve a leer nada pero sí pude ver que los documentos que me enseñaba no eran chilenos, le pedí su número y además le dije que esperara que lo marcara para confirmar que fuera real, me miraba y yo supongo pensaba “que se calle ya ésta latera”, marqué, sonó, contestó y ahí recién quedé conforme. Me dijo que la empresa donde él trabajaba tomaría contacto conmigo, me dio unos nombres que hoy ya no recuerdo, pero sí me di cuenta de que tenía acento extranjero, este tipo es argentino pensé, me despedí con esa simpatía que me caracteriza cuando estoy de puta madre, tomé mi auto y me fui. Al día siguiente estaba en la oficina terminando unos informes, cuando sonó mi teléfono, era un número desconocido, no suelo contestar números que no conozco y esta vez tampoco lo hice, a pesar que el teléfono volvió a sonar dos o tres veces más…llegó la hora del almuerzo, salimos con mis colegas a comer, íbamos en camino y me llega un mensaje de un número que yo no tenía registrado, el mensaje decía así: hola ¿vos sos la chilena histérica a la que le volé el espejo?, ¿la chilena histérica?… así me llamaba, era claro quién me escribía, ese argentino presuntuoso que me había chocado el día anterior, otra vez me invadió la rabia ya que con el ajetreo del día había olvidado un poco el incidente, busqué en mi celular las fotos de este tipo, al revisar vi que era argentino, de san Carlos de Bariloche, que trabajaba para una empresa chilena transportando carga, pero fue cuando me detuve en su foto que recién pude saber su nombre…Aníbal, ese era el nombre de este argentino que se atrevía a llamarme histérica. Reconozco que mirando su foto recordé el scanner que había practicado el día anterior y que no me dejó indiferente… marqué su número pero no me contestó, decidí llamar más tarde después de salir de mi trabajo, llegué a casa y apenas iba entrando mi teléfono sonó, esta vez reconocí el número era el del argentino, contesté con un no muy simpático buenas tardes, del otro lado del celular Aníbal me dice , hola, ¿qué tal cómo estás?, bien contesté dígame, te llamo porque ya tengo la dirección del taller donde podés llevar tu automóvil, ah¡ muy bien le dije, envíeme la calle por mensaje y mañana paso por ahí, no puedo me dijo, debe ser hoy y tenés que ir conmigo. Me explicó que debía firmar unos documentos en representación de la empresa para que pudiera dejar el auto, le dije ok, deme un lugar para encontrarnos salgo para allá en 15 y colgué. Me intrigaba bastante este argentino que me trataba así tan suelto de cuerpo, dejé resueltas un par de cosas en casa y le dije a mi esposo que debía encontrarme con el tipo que me había chocado para ingresar el auto al taller, mi esposo respondió con un ok ten cuidado tan pero tan indiferente, la verdad y después de tantos años de matrimonio que un esposo se interese en tus cosas es bastante poco usual, me cambio y me voy le dije, fui a mi dormitorio y me cambié, tomé mi auto y salí, la dirección que me dio quedaba al otro lado de la ciudad, en el sector sur donde por lo general sólo hay galpones o empresas bueno y también talleres obviamente, llegué al sitio de encuentro y ahí estaba Aníbal con su camión azul, parado apoyado en el camión y con un mate en la mano, estacioné a un costado me bajé y le dije, ok, acá estoy ¿dónde es el taller?, me miró y con una mueca me dijo buenas noches, la verdad esas acciones de Aníbal me hacían incomodar un poco, no sabía cómo comportarme, yo iba a la guerra y él me desarmaba así, con esa forma tan peculiar que tenía de hablarme, el taller está más arriba pero el dueño debió salir, debemos esperar un rato me dijo, eran las 7 y algo de la tarde, entendí que esto no sería rápido, saqué un cigarrillo y lo prendí, comencé a sentir un poco de frio, ya refrescaba la tarde noche, él impávido bebía su mate y de vez en cuando podía ver por rabillo del ojo que me miraba y se sonreía, eso me hacía sentir extraña porque lo veía tan empoderado de la situación, comenzó a correr un viento más helado, sentí frio, le dije y cuánto más hay que esperar, no lo sé me dijo, pero hay que hacerlo hoy, mañana no tendré tiempo de venir, ok entonces esperaré en mi auto, tengo un poco de frio, entonces se quitó del camión avanzo hacia y me dijo, ¿querés un café?, tengo hecho en un termo, si querés subí a la cabina, te bebes un café y esperamos…bueno si no te da miedo, ese bueno si no te da miedo fue casi un desafío, unas ganas de demostrarle a este argentino de qué estaba hecha, pero siendo honesta no era miedo lo que sentía precisamente, acepté y como pude me subí a la cabina del camión, el hizo lo mismo, el sitio donde estábamos no tenía mucha iluminación, sólo la luz de un poste al costado del camión permitía vernos las siluetas, el encendió la luz de la cabina, buscó en la parte de atrás un termo y un tazón, me sirvió café y me lo dio. Mientras el buscaba y curiosa di un vistazo en la parte trasera, era como un nido, había una cama y ropa y una que otra cosa tirada, bebía café y temblaba, la verdad la noche se puso muy fría, Aníbal buscó una chaqueta y me dijo, toma y colócate esto que andas sólo con remera, gracias le dije, no sabía cómo colocarme la chaqueta con el café en la mano, entonces me dijo, dejame que te ayudo, colocó la chaqueta en mi espalda y comenzó a pasarla, yo con el tazón de café en la mano intentaba meter mi brazo en la manga y no sé si sería el nerviosismo, pero no podía coordinar correctamente.
Entonces Aníbal colocó su torso casi sobre mi cara yo estaba paralizada, sentía el calor que emanaba de su cuerpo un aroma que no era perfume, era mas bien olor a hombre a macho, sin pensarlo cerré mis ojos y disfruté ese micro momento que me generó cierta excitación, una vez logré colocarme la bendita chaqueta Aníbal volvió a sentarse en su lugar, pero al hacerlo nuestros rostros se encontraron frente a frente y muy cerca, estábamos a media luz me miró fijamente y me dijo, tenés muy bellos ojos para ser tan rezongona, este piropo algo extraño logró incomodarme y si bien era tan sencillo como bajarme del camión, no lo hice…
saqué otro cigarrillo y cuando lo iba a encender el sopló el fuego del encendor y me dijo, deja esa basura que te está matando, es mi problema repliqué, es mi camión me contestó, ok y con una actitud algo infantil le dije me bajo y lo fumo afuera, hice ademán de abrir la puerta y el me quitó el cigarrillo y lo lanzó fuera tomé otro y volvió a lanzarlo fuera y así comenzamos un juego algo infantil y algo seductor, donde el trataba de quitarme la cajetilla y yo me resistía, al principio peleaba con él con molestia, era una pelea perdida por mi parte, pero eso yo jamás lo reconocería, finalmente este juego terminó conmigo casi encima de él , con la adrenalina del momento no me di cuenta cómo llegamos a eso, pero sí acepto que también lo pude haber evitado y no lo hice, no quería, era algo novedoso y fuera de mi control, entonces Aníbal me tomó con sus fuertes brazos y sus ásperas manos y me colocó montada sobre él, ya nos mas palabras, ya no más juegos, bajó mi camiseta y dejó al aire mis pechos yo montada sobre él podía sentir su pene duro entre mis piernas y pegado a mi vagina, la ropa no era limite capaz de poder resistir a esa atracción física entre nuestros sexos que parecían buscarse como imanes, antes de él tocar mis pechos y sin poder controlarme me humedecí completa hasta traspasar las calzas que llevaba, al parecer el sintió eso porque su pene reaccionó con un leve latido que para mí fue casi un golpe de electricidad, con una de sus manos agarró mi pecho izquierdo y comenzó con su pulgar a jugar con mi pezón que se encontraba rígido y encendido, mientras que pasaba su lengua por mi pecho derecho lo lamía completo y mordisqueaba mi pezón, su barba algo crecida raspaba mi piel que se irritaba pero no me importaba, besó, lamió, chupó y jugó con mis pechos a su regalada gana, confieso que a pocos minutos de que comenzara a hacerlo yo ya estaba húmeda y dilatada para que me tomara, sin embargo él no lo hizo, dedico muchos minutos a embelesarse con mis pechos y cada uno de ellos me hacían llegar casi al clímax, pero cuando el notaba que podía acabarme se detenía me miraba como disfrutando mi cara de hembra caliente que solo quería ser cogida, luego cuando algo lograba calmarme comenzaba nuevamente con sus caricias y lamidas, así fue por un rato en un instante corrió el asiento del camión y caímos, él de espaldas y yo sobre él, con un movimiento y sin soltarme llegamos a la cama que había en la cabina, yo aún montada sobre él y ambos aún sentados, enfrentando nuestros cuerpos, sin quitar su boca de mis pechos se quitó su camisa y acercó su torso a mí, los vellos de su pecho estaban húmedos de sudor, restregó su cuerpo contra mis pechos al aire, con brusquedad me jaló mi camiseta y quitó mi sostén, ahí estábamos a torso desnudo ambos enfrentando nuestros cuerpos que se deseaban y se pedían, que bien se manejaba Aníbal, pues no me permitió acabar tampoco en ese momento, alargó mucho mi espera pero valió cada segundo. Me tendió de espaldas y me quitó mis calzas, el también quito sus pantalones otro sorpresa más Aníbal no usaba ropa interior, se tumbó sobre mí y restregó todo su musculoso, sudoroso y viril cuerpo sobre mí, de arriba hacia abajo, en un momento mi boca rozaba su pecho y en otros lamía su pene, era una locura, una danza erótica que me tenía a punto de estallar, me colocó de espaldas y comenzó a besar mi piel cm a cm, me recorrió completa, como quizás nadie hasta ese minuto y nunca más me volvió a recorrer, llegó a mis piernas y las abrió con fuerza, lamió mis muslos y jugueteó en mi ano con su lengua, no aguantaba más nunca había sentido tal grado de excitación y deseo de ser tomada, ahora era yo la que buscaba ser penetrada de una vez, pero Aníbal sabía manejar esto y no me permitía acabar. Con fuerza tomó mis piernas y me coloco en una posición que hasta ese día jamás experimente…mi cabeza colgaba y caía entre sus piernas mientras las mías estaban sobre sus hombros y espalda, se acercó a mi vagina y me dio el sexo oral más exquisito y ardiente que nunca recibí, sin que el me lo pidiera comencé a lamer su pene, lo lamía, lo chupaba, lo devoraba, era tanto lo que sentía y era tanto más lo que quería hacerlo sentir…una vez más me colocó en la cama esta vez de frente, se acercó a mi cara me dio un pequeño beso en los labios y me dijo chilena histérica, después de eso pude sentir como me penetraba, era una espada que casi me atravesaba, mis paredes estaban tan húmedas tan dilatadas que dieron paso a su verga sin objeción alguna, entró y salió de mi a su voluntad, me embistió una y otra vez y cada vez me levantaba de la cama, su fuerza, su fiereza me excitaban más y entonces comenzó a mover sus caderas más rápido y más rápido y más…pude entender que estaba a punto de acabarse y correspondí moviendo al mismo ritmo, el sudor corría por nuestros cuerpos, los quejidos y los jadeos de él y míos se confundían, seguimos y seguimos y solo paramos cuando un grito salió de mí acusando un orgasmo jamás obtenido, mientras el bañaba mi interior y mis piernas con todo su semen…satisfechos de placer caímos de costado, el tras de mí, sintiendo aún latir su pene que se pegaba a mi cuerpo y yo aún con temblores que me hacían contraer, jamás experimenté tanto placer al lograr acabar juntos, es mas creo que ni siquiera con mi esposo logré vivir esa exquisita experiencia…miramos la hora y eran casi las 10 y media de la noche, ya era imposible ir al taller, nos vestimos, bajé del camión le dije que qué íbamos a hacer, me dijo no te preocupes yo resuelvo mañana, nos encontramos aquí mañana misma ahora, ¿te parece?, sin poder mirarlo directamente a los ojos asentí y dije ok, tratando que me saliera la voz, me subí a mi auto y conduje a mi casa con las ventanas abiertas para refrescar mi cara que sabía debía estar roja y sudada, en el camino compré una botella de agua, estaba sedienta, seca, la bebí casi de un sólo sorbo, llegué a casa, todos dormían mi di una ducha y me fui a la cama, pero no pude dormir…al levantarme sólo pensaba en que pasara rápido el día para poder ir al encuentro de Aníbal, trabaje distraída, casi en el limbo, cerca de las 7 de la tarde sonó mi teléfono ansiosa lo tomé para contestar pensando que era Aníbal, pero no, era mi marido… hola dije, qué pasa, hola dijo él ¿estás bien?, te noto algo alterada, no…todo bien sólo cosas de trabajo, dime contesté, ah bueno me dijo sólo te llamo porque me pediste te hiciera recuerdo de la reunión…¿reunión? ¿cuál reunión? le dije y en ese mismo instante recordé la reunión de apoderados, ah¡ sí claro, ehh la verdad se me presentó una situación y no podré ir, ¿cómo que no podrás ir?, recuerda que te avise con tiempo que yo no podría asistir dijo mi marido ofuscado, pero por favor compréndeme le dije, esto es algo que no tenía en mis planes y no puedo fallar, ah ¿pero si puedes fallarle a tu hijo? contestó ya bastante alterado, esa frase me devolvió de golpe a la realidad, ¿qué estaba haciendo?, qué pretendía que pasara?, está bien no te preocupes , yo iré le dije y corté…a las 7 y media de la tarde mi teléfono comenzó a vibrar, yo estaba en reunión en la escuela de uno de mis hijos, sonó 6 veces hasta que paró…salí de la reunión y me fui a casa, no quise devolver el llamado…pasado algún tiempo cambié de compañía telefónica y era la época en que no había portabilidad, no quise guardar el número de Aníbal, no tenía ningún sentido, él era un alma libre que viajaba de lugar en lugar, yo era esposa y madre y ninguno de los dos querría dejar su forma de vida…¿o tal vez sí?…es esa pregunta la que me hago cada noche y sé que no tendrá respuesta…